Es muy difícil encontrar en nuestra experiencia religiosa a líderes que no estén buscando de alguna manera explícita o “subliminal” conseguir fama, prestigio, status o reconocimientos. El Evangelio nos ofrece un modelo digno de ser estudiado, profundizado y asumido con seriedad en la vida personal y pastoral de todos los que prestan un servicio de liderazgo.

La actitud propia de un verdadero líder cristiano es rescatar del anonimato existencial a quienes han sido marginados, segregados, rechazados y ocultados por la sociedad e incluso por la misma Iglesia. Hacerlo es demostrar un serio encuentro con Jesús; no hacerlo es haberse quedado en la superficie aparente de las prácticas religiosas. Encontrémonos en www.pachobermeo.com

Uno de los mayores peligros que hay en el mundo del liderazgo cristiano es que los que tienen responsabilidades de cuidar y acompañar a los demás, se esfuercen mucho en adoctrinar a la gente para que sean más piadosos o religiosos pero no para que descubran, acojan, vivan y sirvan a Dios en su vida diaria. Encontrémonos en www.pachobermeo.com

Un evidente denominador común entre los seres humanos es la crisis. Todos vivimos a diario dificultades, problemas y angustias sin importar cuál sea nuestro entorno o contexto. El gran desafío de los líderes es ser capaces de ayudar a los suyos a descubrir en esas realidades adversas unas poderosas oportunidades salvíficas.

Mientras que las experiencias religiosas más valoradas en este tiempo son aquellas que privilegian y promueven las prácticas de piedad; Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, enseña que no hay algo más Divino que los gestos humanos que hacen presente el Reino de los Cielos. Ojalá los líderes cristianos seamos capaces de parecernos más al Maestro. Encontrñemonos en : www.pachobermeo.com

Un hereje, rechazado, y mal visto samaritano se convierte en el modelo de un verdadero cristiano. Mientras que los piadosos representantes del establecimiento religioso eligen no contaminarse al entrar en contacto con un moribundo, el hombre de Samaria hace presente al Dios del Reino, haciéndose cargo de ese ser humano agonizante. Un verdadero líder debe educar a los suyos para la samaritanidad. Encontrémonos en www.pachobermeo.com

Conozco muchos líderes dentro de nuestros grupos o comunidades eclesiales que son expertos en planear, organizar, dirigir, mandar, repetir textos bíblicos, imponer el peso de las leyes y de los estatutos o la autoridad de sus cargos o títulos, pero no son capaces de transparentar a Dios siendo cercanos a los que asisten a sus espacios de fe. A esos no se les debería obedecer ni llamarlos “líderes”.
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Si hay una tarea urgente en el servicio que prestan los líderes es sin duda hacer que la gente viva cada día a la manera de Jesús, el único Maestro. Ese estilo de vida es el de una profunda relación con Dios como Abbá y con el prójimo como hermano. Si nosotros no educamos a la gente para vivir así, todo lo que enseñemos los hará fanáticos religiosos pero no verdaderos cristianos.

Antes que líderes, dirigentes, coordinadores o responsables de la vida de otros, tenemos que ser conscientes que nuestra mayor tarea debe ser ocuparnos de nosotros mismos. La materia prima del liderazgo es la humanidad, la historia, los fracasos y los triunfos que nos hacen ser lo que somos y nos ayudan a valorar el camino de los demás.

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