Hablar de Lil Supa es hacerlo de la historia del hip hop
en Latinoamérica. El grafiti, el breakdance y las primeras rimas a finales de
los 90, su amistad y alianza con Canserbero (quizá uno de los raperos más
influyentes en español), su vinculación con colectivos como CMS o Yoyodojo y el
sello VinilH Records…
Marlon Morales (Caracas, 1985) lleva más de 20 años apuntalando las bases de
una obra inusual y fascinante, siempre al margen de las tendencias.
Este nuevo álbum sirve como un tratado de los matices de su
hip hop con sabor añejo, que bebe de los clásicos del rap francés y de
iconos como J Dilla, triturado con bases funky y ritmos experimentales (en
una entrevista reciente confesaba que desea colaborar con su compatriota Arca). La mirada de Lil Supa (a quien
también se conoce con otros alias como Lou Fresco) está cargada de reflexiones
sociales, sin pasar de lado por la profunda crisis en su país.
Pero su obra va más allá de la potente tradición del rap en
Venezuela (el mencionado Canserbero pero también Apache, Akapellah
o McKlopedia) y conecta con otros artistas que suenan a la época dorada
del género y riman en español
como N. Hardem, Elio Toffana, Dano o Tote King inspirando
a su vez a las nuevas generaciones que van de Ha$lopablito a Las Ninyas del Corro. Muy recomendable su grabación en vivo
de 2017 en Madrid (disponible en Spotify) junto a la estupenda banda Big Menu.
José Fajardo.