Me adentré en una zona restringida junto a un grupo de cazadores furtivos, buscando especies raras que podríamos vender por una buena cantidad de dinero. Ignoramos todas las advertencias locales y una lista de reglas extrañas que encontramos clavada en un árbol, reglas como "no mires a los ojos a las sombras" y "no camines solo después del atardecer". Pronto, descubrimos que la restricción no era para proteger a los animales, sino para mantener a la gente a salvo de la criatura que habitaba el bosque. Uno a uno fuimos cayendo, atrapados por algo más antiguo y mortal que cualquier cosa que habíamos imaginado.