Soy un camionero novato. En mi primera noche, me entregaron un camión, un mapa y una lista de reglas extrañas que debía seguir al pie de la letra: no abrir las puertas traseras, no mirar el retrovisor entre la 1:00 y las 3:00 Aeme, tocar el claxon tres veces en puntos específicos, entre otras instrucciones igual de absurdas. Al principio, pensé que era una broma, pero a medida que avanzaba por la carretera, las reglas demostraron ser mi única barrera entre la vida y algo mucho peor. Transportaba una carga viva, algo imposible de comprender, algo que sabía que estaba allí. Cada kilómetro fue una lucha contra el miedo, y aunque seguí todas las reglas, nunca supe si realmente gané.