En esta historia de terror y misterio, un joven hereda una caja capaz de resucitar a los fallecidos, pero a un terrible costo. La caja sigue reglas extrañas: solo puede usarse a medianoche y requiere un sacrificio del usuario para funcionar. Descubre cómo el protagonista lucha con el legado oscuro de su padre y toma la decisión final de romper el ciclo de dolor.

Tengo 45 años, Y no ha sido nada fácil lidiar con las facturas, La necesidad de un cambio y mi situación económica me llevaron a buscar otro trabajo, Uno como chofer. La paga era buena, Pero las políticas o las normas, Eran algo extrañas, Podríamos decir que eran una lista de reglas extrañas, Y vaya que si eran extrañas...

Encontré un trabajo como conductor nocturno de un autobús, para una línea de transporte que no conocía, Debía trabajar de noche. Mi jefe era un tipo bastante raro, Y el primer día me dio una lista de reglas extrañas, que debía seguir.

Después de la desaparición del doctor Ruiz, encontré una extraña formación de dientes ensangrentados en su oficina. No sabía que ese hallazgo me marcaría para siempre. Pronto fui acosado por una entidad que impuso una regla extraña: "Debes devolver lo que no es tuyo, o enfrentarás las consecuencias". Aunque devolví los dientes, el tiempo comenzó a distorsionarse a mi alrededor y sentí mi energía desvanecerse, atrapado en un ciclo de manipulación. Comprendí que también estaba siguiendo otra regla oculta: "Sigue la rutina o paga el precio". Decidí romper esa regla, alejándome de la clínica y desafiando la entidad. Aunque logré recuperar parte de mi vida, sé que esa presencia sigue acechando, esperando su oportunidad.

Vivíamos bajo reglas extrañas para protegernos de mi hijo, Tomás. La primera era nunca hables de las cosas extrañas que veas; la segunda, nunca permitas que los animales se acerquen a tu hijo; y la tercera, nunca permitas que Tomás toque instrumentos musicales. Durante años, esas reglas parecían funcionar, pero cuando una de ellas se rompió, comprendí que no eran para protegerlo a él, sino para contener algo mucho más oscuro.

Una rara enfermedad en mis ojos me hizo perder la vista conforme pasaron los años, A la edad de 30 años ya estaba prácticamente ciego, No tenía esperanzas de poder ver otra vez. No fue sino hasta que un día encontré a un doctor (El doctor Martínez) Que tenía un método experimental (Un trasplante de ojos) Y yo sería de los primeros en ponerlo a prueba, Lo que no se me dijo era que los ojos venían con una lista de reglas extrañas, Y no eran lo que parecían…