Cumplí dieciocho años creyendo que era un día normal, hasta que mis padres me entregaron una lista de reglas extrañas. La instrucción era seguirlas al pie de la letra esa noche; cada regla parecía absurda, pero a medida que las horas avanzaban, comprendí que rompérselas significaba atraer a algo que esperaba en la oscuridad. La criatura acechó toda la noche, y aunque logré sobrevivir, descubrí que esa lista era mi única guía en un juego mortal del que yo no era el único jugador. Al amanecer, creí haber ganado, pero la criatura cobró su precio llevándose a mi hermano en mi lugar.