Soy analista de grabaciones de seguridad en un proyecto que nunca debí aceptar. Todo comenzó con un manual de reglas extrañas: no mires a los alternos por más de cinco segundos, no escuches sonidos desconocidos repetidamente, no te gires si sientes que te observan, y revisa siempre tu reflejo antes de salir. Creí que bastaba con seguirlas para estar a salvo. Me equivoqué. Cada archivo que revisé, cada anomalía que documenté, me acercó más a ellos. Ahora sé que no solo observaba el Catálogo. Ellos me observaban a mí.