Recibí una cinta de VHS sin etiquetas y decidí reproducirla en mi televisor antiguo. La imagen mostraba una habitación vacía y una voz me dictó una serie de reglas: no apagues el televisor, no mires por la ventana si escuchas golpes afuera, no respondas si alguien llama tu nombre. Al principio no les di importancia, pero pronto comencé a notar cambios. La figura que apareció en la pantalla no era solo una imagen. Si la figura salía del televisor, debía correr. Seguí las reglas, pero la criatura se acercaba cada vez más a mi realidad.