Soy el portero nocturno de un edificio que parece tener vida propia. Al comenzar el trabajo, me entregaron una lista de reglas extrañas: cerrar las puertas a cierta hora, evitar mirar a los residentes directamente, ignorar los sonidos en los pasillos y nunca permitir la entrada de alguien después de las dos de la mañana. Con el tiempo, descubrí que los habitantes no son humanos y que cada regla está diseñada para mantenerlos contenidos. Cada noche, el edificio me prueba, empujándome al límite. Al final, una regla rota es todo lo que necesitan para atraparme.