Este verano acepté cuidar la casa de mis vecinos, quienes me dejaron una lista de reglas extrañas para seguir mientras ellos estaban fuera. Al principio, no le di mucha importancia, pero con cada noche que pasaba, las reglas parecían más urgentes y perturbadoras. Lo que comenzó como un trabajo sencillo se convirtió en una lucha por mi vida, mientras algo oscuro acechaba dentro de la casa. Romper las reglas fue el último recurso.