Esta semana, Asia vuelve a mostrar su cara más compleja: la que mezcla poder, presión y vulnerabilidad en una misma escena. Un fondo soberano chino reorganiza a toda prisa a sus ejecutivos en medio del escrutinio de Washington. Buques de guerra cruzan los estrechos japoneses mientras Tokio y Pekín se acusan mutuamente de tensiones “hipotéticas” pero muy reales. La Unión Europea prepara un golpe directo a los pequeños envíos chinos y amenaza con reconfigurar medio ecosistema e-commerce. Filipinas entra en una nueva fase de crisis política con acusaciones de corrupción que podrían desestabilizar al gobierno de Marcos. Corea del Sur lidia con un crimen atroz que deja al descubierto un ecosistema de violencia íntima que nadie quiere mirar. India respira —literalmente— aire tóxico. Y en Jeju, bolsas de ketamina disfrazadas de té chino aparecen en la orilla, sembrando dudas sobre rutas marítimas que no salen en los mapas.
Un episodio para entender no solo qué pasa, sino qué significa cuando Asia respira hondo y el aire, el mar y la política responden con señales inquietantes.