Seguimos con la historia del desventurado Ricky, que comprobará que sigue teniendo problemas para encajar, ya sea entre compañeros de clase o monstruos de otro universo que pretenden suplantar a la raza humana: la trascendencia de ser un pringao.

La narración continúa a un ritmo endiablado para intentar evitar que este libro sea el primero con 6 partes, pero nos detenemos -y ya está- en el camino para atender más demandas musicales de Hardita -perdon, Esme Desasosiego-, medir nuestra popularidad contra la de una sola canción de Cola Jet Set, rebautizar a La Trama personificada y hablar de temas tan dispares como la temporada 7 de Lost, el Zumba, la Batuka, la Kizomba, los padres que llaman socio a sus hijos y se los llevan de pe-u-te-as, las historias reales del pequeño Randy debatiendose entre el fútbol y el ajedrez y decidiendo que su futuro pasará por que le denuncie Ramoncín, y cierto emparejamiento fortuíto frente a un Gon que tiene la tijera más suelta que nunca.

Pos eso. Si ya sabéis a lo que venís.