Cuando miras al cielo en una noche despejada…
…quizá no lo sepas, pero te conviertes en un viajero del tiempo.
Las estrellas que titilan sobre ti no están donde parecen.
Algunas ya han muerto.
Otras apenas empiezan a brillar… pero su luz aún no ha llegado.
Cada punto luminoso es un mensajero que ha cruzado el abismo del espacio…
…y del tiempo.
La luz de Andrómeda, por ejemplo, comenzó su viaje cuando nuestros antepasados aún fabricaban herramientas de piedra.
La de las estrellas más lejanas partió cuando el universo era un niño…
…cuando no había Tierra, ni Sol, ni memoria alguna de nosotros.
Mirar al cielo es asomarse al pasado.
Es leer en la oscuridad la historia más antigua jamás contada.
Y cuanto más lejos miramos…
…más atrás viajamos.
Hasta tocar, casi, el instante en que todo comenzó.
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