Setenta SEMANAS están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu SANTA ciudad, para ACABAR la prevaricación, y CONCLUIR el pecado, y EXPIAR la iniquidad; y para TRAER la justicia de los siglos, y SELLAR la visión y la profecía, y UNGIR al Santo de los santos. SEPAS pues y entiendas, que DESDE la salida de la palabra para RESTAURAR y edificar á Jerusalem hasta el MESÍAS Príncipe, habrá siete SEMANAS, y sesenta y dos SEMANAS; tornaráse á edificar la plaza y el MURO en tiempos angustiosos. Y después de las sesenta y dos SEMANAS se quitará la vida al Mesías, y no por sí: y el pueblo de un príncipe que ha de venir, destruirá á la ciudad y el santuario; con inundación será el fin de ella, y hasta el fin de la guerra será TALADA con asolamientos. Y en otra SEMANA confirmará el pacto á muchos, y á la mitad de la SEMANA hará cesar el sacrificio y la ofrenda: después con la muchedumbre de las abominaciones será el DESOLAR, y esto hasta una entera consumación; y derramaráse la ya determinada sobre el pueblo asolado.
El punto de partida es el decreto para RECONSTRUIR Jerusalén, emitido por el rey Artajerjes en el año 445 a.C..
69 semanas de años (69 x 7 = 483 años) se extienden desde ese decreto hasta la LLEGADA del "Mesías Príncipe".
Esta última SEMANA se interpreta como el período en el que Jesús sería "cortado" (CRUCIFICADO), poniendo fin al SACRIFICIO y la ofrenda, que ocurrió a la mitad de este período. Después de su muerte, se predice la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C.
La profecía se CUMPLE con el bautismo de Jesús alrededor del año 29 d.C., momento en que es UNGIDO por el Espíritu Santo y COMIENZA su ministerio, coincidiendo con la entrada triunfal en Jerusalén.