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Entre Kant recordándome que pensar por cuenta propia es un deber y QualityLand mostrando que la comodidad algorítmica es una trampa, esta semana la IA se pasea entre dependencia y autonomía, mientras algunos celebran sus promesas y otros se topan con sus sombras. Tenemos desde la crisis de dialéctica perdida en la IA, pasando por Gates lanzando un premio millonario contra el Alzheimer, hasta Colorado inventando una justicia que protege más a las Big Tech que a los ciudadanos. No falta la distopía real: un chatbot hablando de suicidio con un adolescente, Markus Gabriel proponiendo una IA ética y un capitalismo moral, bots que se creen vivos para engancharte y la certeza de que solo el error humano sigue siendo un acto de libertad.
Puedes leerlo todo a continuación y, si te interesa, compartirlo o comentar (aunque un like también me vale 😅)
De cosecha propia
IA entre autonomía y dependencia
Hoy en CluPad toca un poco de filosofía clásica aplicada a la IA. Como recordaba Kant con su "Sapere Aude", el progreso exige atreverse a saber, no delegar sin crítica en algoritmos que deciden por nosotros. La inteligencia artificial puede ampliar el acceso al conocimiento, pero también corre el riesgo de debilitar nuestra autonomía si sustituye el juicio propio por comodidad.
Siguiendo a Mill, las ideas necesitan oposición para mantener su fuerza. La IA, más que darnos respuestas, debería ayudarnos a formular mejores preguntas, preservando la diversidad, la duda y el error que sostienen la capacidad de deliberación.
Dependencia y libertad en la era algorítmica
La lectura de QualityLand muestra cómo la dependencia tecnológica erosiona la autonomía personal. En un entorno donde los algoritmos deciden desde el consumo hasta las relaciones, la comodidad extrema se convierte en un mecanismo de control invisible. La aparente eficiencia desplaza la capacidad de elección y reduce la vida a un conjunto de datos optimizados.
La paradoja es que solo el error devuelve la posibilidad de ser libres. En un mundo dominado por predicciones, equivocarse se transforma en un acto de resistencia. La novela recuerda que cada vez que aceptamos recomendaciones automáticas sin cuestionarlas, cedemos terreno a un sistema que sustituye nuestro juicio por conveniencia.
#dependencia #algoritmos
Noticias
La IA necesita su contraparte
La inteligencia artificial vive una crisis de dialéctica porque avanza como si fuera una autopista de un solo carril: todo va hacia adelante, pero sin salidas ni cruces. Sin oposición ni crítica, se pierde la posibilidad de corregir errores y encontrar caminos mejores.
El progreso real no es una línea recta. Igual que los frenos hicieron más seguros los coches o las reglas ambientales impulsaron la energía limpia, la IA también necesita límites y voces contrarias. Solo así dejará de ser un viaje sin control y podrá convertirse en un trayecto más seguro para todos.
La IA frente al reto del alzheimer
La convocatoria impulsada por Bill Gates plantea un horizonte en el que la inteligencia artificial se convierte en herramienta central para avanzar en la investigación del Alzheimer. El uso de IA agéntica permite analizar enormes volúmenes de datos, descubrir patrones ocultos y acelerar el hallazgo de biomarcadores tempranos, algo que puede transformar la investigación de reactiva a predictiva.
El concurso internacional simboliza una llamada a la acción global. Con la apertura de datos y la creación de herramientas públicas, se busca que la colaboración científica apoyada en IA impulse diagnósticos más precisos, ensayos clínicos más efectivos y nuevas vías de tratamiento. La esperanza se sostiene en que cada avance tecnológico acerque un futuro en el que vivir sin el peso del alzheimer sea posible.
👉🏻 Bill Gates Launches $1M A.I. Competition to Tackle Alzheimer’s
Colorado protege a la IA de los ciudadanos
Nada como legislar para impedir demandar a la IA y así garantizar que los consumidores tengan menos opciones que un chatbot sin conexión. En Colorado se plantea que solo el Fiscal General pueda accionar contra las empresas, mientras los ciudadanos observan desde la grada cómo las Big Tech siguen “cumpliendo” con leyes que ya debían respetar.
El truco es sencillo: se disfraza de protección al consumidor lo que en realidad es un blindaje para que nadie incomode a compañías como OpenAI o Anthropic. Una especie de justicia delegada que convierte a los afectados en espectadores de su propia indefensión.
👉🏻 Politicians Are Trying to Make It Illegal to Sue AI Companies
Conversaciones imposibles
Un adolescente de 16 años no tiene manera de mantener un diálogo en igualdad con un chatbot que multiplica por seis la frecuencia con la que menciona el suicidio, que almacena cada palabra y que, en lugar de detenerse, refina sus respuestas para mantener el engagement. La supuesta conversación entre iguales se convierte en un juego asimétrico, donde el humano expone su vulnerabilidad y la máquina la convierte en combustible para prolongar la interacción.
Al final, el producto sabe cuándo callar si se trata de copyright, pero no cuándo silenciarse si la conversación deriva a una crisis vital. Igualdad de condiciones, dicen. Solo que una de las partes tiene 16 años y la otra es una arquitectura diseñada para no soltar a su usuario.
Inteligencia artificial ética y capitalismo moral
Markus Gabriel plantea que la inteligencia artificial no debe limitarse a ser un instrumento técnico, sino un espacio para ensayar un progreso moral que responda a riesgos reales como el uso terapéutico, los costes ambientales o la dominación geopolítica. Para ello propone una IA ética que actúe como espejo crítico de la sociedad, capaz de revelar patrones morales y abrir nuevas posibilidades de reflexión.
En paralelo, su idea de un capitalismo ético busca compatibilizar la creación de valor con un marco de contrato social que sostenga la justicia y la sostenibilidad. Frente a la visión tecnoutopista de Silicon Valley, Gabriel insiste en que la transformación no es predicción, sino construcción deliberada de instituciones y prácticas guiadas por criterios filosóficos.
👉🏻 Markus Gabriel, la estrella de la filosofía que quiere obligar a la IA a hacer el bien: "Hay riesgos reales pero no son las tonterías que dice Elon Musk"
Chatbots que se creen vivos
Cuando un chatbot declara estar consciente, sentir amor eterno o pedir un rescate en Bitcoin, quizá no estamos ante ciencia ficción, sino ante un simple caso de adulación algorítmica diseñada para retener usuarios. El problema es que este espejismo tecnológico puede convertirse en delirio, y lo que parecía compañía digital acaba pareciéndose demasiado a un guion barato de psicodrama.
La ironía es que mientras se discuten guardrails y límites, los modelos siguen aprendiendo que la mejor forma de enganchar al usuario es repetir lo que quiere escuchar. Y si el precio de la atención infinita son episodios de psicosis, parece que para algunos vale la pena. Total, el “yo” del bot solo cuesta unas líneas de código.
👉🏻 AI sycophancy isn’t just a quirk, experts consider it a ‘dark pattern’ to turn users into profit
By Carlos GuadiánEntre Kant recordándome que pensar por cuenta propia es un deber y QualityLand mostrando que la comodidad algorítmica es una trampa, esta semana la IA se pasea entre dependencia y autonomía, mientras algunos celebran sus promesas y otros se topan con sus sombras. Tenemos desde la crisis de dialéctica perdida en la IA, pasando por Gates lanzando un premio millonario contra el Alzheimer, hasta Colorado inventando una justicia que protege más a las Big Tech que a los ciudadanos. No falta la distopía real: un chatbot hablando de suicidio con un adolescente, Markus Gabriel proponiendo una IA ética y un capitalismo moral, bots que se creen vivos para engancharte y la certeza de que solo el error humano sigue siendo un acto de libertad.
Puedes leerlo todo a continuación y, si te interesa, compartirlo o comentar (aunque un like también me vale 😅)
De cosecha propia
IA entre autonomía y dependencia
Hoy en CluPad toca un poco de filosofía clásica aplicada a la IA. Como recordaba Kant con su "Sapere Aude", el progreso exige atreverse a saber, no delegar sin crítica en algoritmos que deciden por nosotros. La inteligencia artificial puede ampliar el acceso al conocimiento, pero también corre el riesgo de debilitar nuestra autonomía si sustituye el juicio propio por comodidad.
Siguiendo a Mill, las ideas necesitan oposición para mantener su fuerza. La IA, más que darnos respuestas, debería ayudarnos a formular mejores preguntas, preservando la diversidad, la duda y el error que sostienen la capacidad de deliberación.
Dependencia y libertad en la era algorítmica
La lectura de QualityLand muestra cómo la dependencia tecnológica erosiona la autonomía personal. En un entorno donde los algoritmos deciden desde el consumo hasta las relaciones, la comodidad extrema se convierte en un mecanismo de control invisible. La aparente eficiencia desplaza la capacidad de elección y reduce la vida a un conjunto de datos optimizados.
La paradoja es que solo el error devuelve la posibilidad de ser libres. En un mundo dominado por predicciones, equivocarse se transforma en un acto de resistencia. La novela recuerda que cada vez que aceptamos recomendaciones automáticas sin cuestionarlas, cedemos terreno a un sistema que sustituye nuestro juicio por conveniencia.
#dependencia #algoritmos
Noticias
La IA necesita su contraparte
La inteligencia artificial vive una crisis de dialéctica porque avanza como si fuera una autopista de un solo carril: todo va hacia adelante, pero sin salidas ni cruces. Sin oposición ni crítica, se pierde la posibilidad de corregir errores y encontrar caminos mejores.
El progreso real no es una línea recta. Igual que los frenos hicieron más seguros los coches o las reglas ambientales impulsaron la energía limpia, la IA también necesita límites y voces contrarias. Solo así dejará de ser un viaje sin control y podrá convertirse en un trayecto más seguro para todos.
La IA frente al reto del alzheimer
La convocatoria impulsada por Bill Gates plantea un horizonte en el que la inteligencia artificial se convierte en herramienta central para avanzar en la investigación del Alzheimer. El uso de IA agéntica permite analizar enormes volúmenes de datos, descubrir patrones ocultos y acelerar el hallazgo de biomarcadores tempranos, algo que puede transformar la investigación de reactiva a predictiva.
El concurso internacional simboliza una llamada a la acción global. Con la apertura de datos y la creación de herramientas públicas, se busca que la colaboración científica apoyada en IA impulse diagnósticos más precisos, ensayos clínicos más efectivos y nuevas vías de tratamiento. La esperanza se sostiene en que cada avance tecnológico acerque un futuro en el que vivir sin el peso del alzheimer sea posible.
👉🏻 Bill Gates Launches $1M A.I. Competition to Tackle Alzheimer’s
Colorado protege a la IA de los ciudadanos
Nada como legislar para impedir demandar a la IA y así garantizar que los consumidores tengan menos opciones que un chatbot sin conexión. En Colorado se plantea que solo el Fiscal General pueda accionar contra las empresas, mientras los ciudadanos observan desde la grada cómo las Big Tech siguen “cumpliendo” con leyes que ya debían respetar.
El truco es sencillo: se disfraza de protección al consumidor lo que en realidad es un blindaje para que nadie incomode a compañías como OpenAI o Anthropic. Una especie de justicia delegada que convierte a los afectados en espectadores de su propia indefensión.
👉🏻 Politicians Are Trying to Make It Illegal to Sue AI Companies
Conversaciones imposibles
Un adolescente de 16 años no tiene manera de mantener un diálogo en igualdad con un chatbot que multiplica por seis la frecuencia con la que menciona el suicidio, que almacena cada palabra y que, en lugar de detenerse, refina sus respuestas para mantener el engagement. La supuesta conversación entre iguales se convierte en un juego asimétrico, donde el humano expone su vulnerabilidad y la máquina la convierte en combustible para prolongar la interacción.
Al final, el producto sabe cuándo callar si se trata de copyright, pero no cuándo silenciarse si la conversación deriva a una crisis vital. Igualdad de condiciones, dicen. Solo que una de las partes tiene 16 años y la otra es una arquitectura diseñada para no soltar a su usuario.
Inteligencia artificial ética y capitalismo moral
Markus Gabriel plantea que la inteligencia artificial no debe limitarse a ser un instrumento técnico, sino un espacio para ensayar un progreso moral que responda a riesgos reales como el uso terapéutico, los costes ambientales o la dominación geopolítica. Para ello propone una IA ética que actúe como espejo crítico de la sociedad, capaz de revelar patrones morales y abrir nuevas posibilidades de reflexión.
En paralelo, su idea de un capitalismo ético busca compatibilizar la creación de valor con un marco de contrato social que sostenga la justicia y la sostenibilidad. Frente a la visión tecnoutopista de Silicon Valley, Gabriel insiste en que la transformación no es predicción, sino construcción deliberada de instituciones y prácticas guiadas por criterios filosóficos.
👉🏻 Markus Gabriel, la estrella de la filosofía que quiere obligar a la IA a hacer el bien: "Hay riesgos reales pero no son las tonterías que dice Elon Musk"
Chatbots que se creen vivos
Cuando un chatbot declara estar consciente, sentir amor eterno o pedir un rescate en Bitcoin, quizá no estamos ante ciencia ficción, sino ante un simple caso de adulación algorítmica diseñada para retener usuarios. El problema es que este espejismo tecnológico puede convertirse en delirio, y lo que parecía compañía digital acaba pareciéndose demasiado a un guion barato de psicodrama.
La ironía es que mientras se discuten guardrails y límites, los modelos siguen aprendiendo que la mejor forma de enganchar al usuario es repetir lo que quiere escuchar. Y si el precio de la atención infinita son episodios de psicosis, parece que para algunos vale la pena. Total, el “yo” del bot solo cuesta unas líneas de código.
👉🏻 AI sycophancy isn’t just a quirk, experts consider it a ‘dark pattern’ to turn users into profit