En un día, hay 86,400 segundos, y en cada uno de ellos, Dios tiene un plan perfecto para nosotros. Cada tic y cada tac son testimonios de su gracia inagotable y de su presencia constante en nuestras vidas.

Si cada día es una jornada de nuestro peregrinaje, es motivo de aliento y fortaleza recordar que no estamos solos en este viaje. Dios está siempre presente, orquestando los detalles más minuciosos de nuestro día a día. Ya sea el pequeño clavo que sostiene un espejo, o la mano del cirujano que sostiene un bisturí; todo está bajo su cuidado amoroso del sabio y soberano Dios.

Cada uno de esos 86,400 segundos tiene un por qué, una razón de ser, una agenda que cumplir en el plan de Dios - y podemos vivir con una confianza plena en este Dios maravilloso. Un Dios que no solo nos creó, sino que también se deleita en guiarnos y bendecirnos en cada instante. Su presencia en cada segundo del día transforma nuestros miedos en esperanza, nuestras dudas en fe, y nuestros momentos más oscuros en testimonios de su luz.

¡Continuemos este peregrinaje de confianza y fe, recordando que en cada uno de esos 86,400 segundos, Dios tiene un plan benefactor para ti!