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Me visto para la cena del ensayo de la boda de mi nieto con cuidado reverencial. Me afeito el rostro lentamente y después paso al cuello y a la porción debajo de mi arrugada quijada. El espejo no tiene piedad alguna. Mi cabello alguna vez negro y mis cejas son más blancos que el algodón. En algún sitio muy por debajo de todas estas arrugas, del abultamiento de mi vientre, hay un hombre joven que recuerda el día en que se casó.
Me visto para la cena del ensayo de la boda de mi nieto con cuidado reverencial. Me afeito el rostro lentamente y después paso al cuello y a la porción debajo de mi arrugada quijada. El espejo no tiene piedad alguna. Mi cabello alguna vez negro y mis cejas son más blancos que el algodón. En algún sitio muy por debajo de todas estas arrugas, del abultamiento de mi vientre, hay un hombre joven que recuerda el día en que se casó.