Durante la Segunda Guerra Mundial, la región de los Balcanes se convirtió en un punto estratégico para las potencias del Eje que querían dominar la zona del Mediterráneo Oriental y el este de Europa. Como parte de su proyecto imperial, Mussolini intentó avanzar sobre Grecia en 1940, sin éxito. Hitler no pudo consentir el revés que supuso este golpe al prestigio militar del Eje, así que preparó una intervención para ayudar a Italia en el sur de los Balcanes. Las tropas italo-alemanas entraron en Grecia en abril de 1941 y para mayo, Grecia ya estaba ocupada por tres potencias: Alemania, Italia y Bulgaria. Las fuerzas de ocupación saquearon todos los bienes del país, provocando una gran hambruna y la ruina de la economía del país.