Filipinas era el lugar más recóndito y alejado de todo el Imperio Español. Una de las muchas consecuencias de su posición geográfica era la constante falta de numerario, especialmente menudo, ya que hacía falta cruzar el Océano Pacífico para poder suministrar moneda de plata al archipiélago. Plata que, además, era rápidamente succionada por China.