En medio de su travesía, el viento se detuvo abruptamente, creando una inquietante calma en el ambiente. Acañi, el perro, comenzó a ladrar frenéticamente, captando algo que escapaba a la percepción de Franz. El agua del lago, en torno a él, comenzó a agitarse de manera extraña, formando anillos concéntricos que se expandían rápidamente.