En México existen instituciones ciudadanas que sin duda tienen reconocimiento desde hace siglos, mientras que nuevos colectivos tanto formales como informales surgen día con día con intereses y visiones de lo más plural. De ahí que descalificar genéticamente a la denominada sociedad civil y las organizaciones que de emanan sean sin duda injusto y arriesgado. Sin sociedad civil, entendida como el espacio en el que los ciudadanos de las más variadas ideologías y formas de pensar expresan y canalizan intereses y objetivos comunes de manera voluntaria, organizada y de forma independiente del Estado, no podría haber democracia. Cuando se ha pretendido neutralizar, de cualquier formar, las expresiones de la sociedad civil, como ocurre con frecuencia en regímenes totalitarios, estás han terminado por regresar y ser reconocidas con mayor fuerza e influencia. De ahí que, en un sistema democrático como el que hemos construido en México durante las últimas décadas, sea tan importante no solamente salvaguardar su existencia, sino promover su surgimiento así como las diversas manifestaciones que representa