Park Eun-bin tiene que ser la mejor actriz de toda la historia de los dramas coreanos. En Diva a la deriva no solo tiene que encarnar a una persona que sobrevivió 15 años en una isla desierta, aprender a hablar en otro dialecto coreano e intepretar una serie de canciones complejas a la perfección. Sino que también le toca actuar uno de los peores guiones que han existido, lleno de plotwists sin sentido, cuyo único objetivo es sorprenderte, mientras la trama se va degenerando.