El P.Alberto reflexiona sobre el verdadero significado de los desfiles del Primero de Mayo en Cuba. Lejos de ser una celebración del trabajo, los actos se presentan como una demostración de control político y sumisión forzada. A través de ejemplos concretos —como la coacción a estudiantes y trabajadores o el uso desproporcionado de recursos públicos— el autor cuestiona la autenticidad de la participación ciudadana y expone cómo el miedo, la resignación y el autoengaño mantienen viva una fachada de adhesión. El episodio también incluye una anécdota reveladora sobre la complicidad silenciosa con el poder, que remata con una lección amarga sobre las consecuencias de ceder frente a la represión. Una crítica frontal, valiente y profundamente humana sobre la libertad, la responsabilidad y la dignidad en tiempos de sumisión forzada.