El P. Alberto reflexiona sobre la importancia crucial de inculcar en los niños un verdadero amor a la patria basado en valores como la libertad, la democracia y la justicia social. Analiza cómo la falta de este amor ha contribuido al deterioro del país y a la complicidad con sistemas opresivos. El autor aboga por una educación cívica que fomente la pluralidad, el respeto a la disidencia y el compromiso social, para que las futuras generaciones puedan reconstruir la nación desde la verdad y la valentía. Aunque cuestiona la severidad de la medida estatal que amenaza con privar a los padres de la custodia por no cumplir con esta misión, valora el reconocimiento público de la urgencia de este cambio.

El P. Alberto aborda con sensibilidad y profundidad las dificultades que enfrentan las madres cubanas en un contexto de crisis social, económica y política. A través del símbolo del Día de las Madres, el autor refleja el dolor de la separación forzada por la emigración, la lucha diaria por cubrir necesidades básicas y la angustia de criar hijos en una sociedad deteriorada y bajo represión. Se destaca la valentía de aquellas madres cuyos hijos están presos o que se atreven a desafiar al sistema, así como la fuerza y el amor inquebrantable que persiste a pesar de la adversidad. Un testimonio conmovedor sobre la resiliencia y el sacrificio materno en Cuba.

El P.Alberto reflexiona sobre el verdadero significado de los desfiles del Primero de Mayo en Cuba. Lejos de ser una celebración del trabajo, los actos se presentan como una demostración de control político y sumisión forzada. A través de ejemplos concretos —como la coacción a estudiantes y trabajadores o el uso desproporcionado de recursos públicos— el autor cuestiona la autenticidad de la participación ciudadana y expone cómo el miedo, la resignación y el autoengaño mantienen viva una fachada de adhesión. El episodio también incluye una anécdota reveladora sobre la complicidad silenciosa con el poder, que remata con una lección amarga sobre las consecuencias de ceder frente a la represión. Una crítica frontal, valiente y profundamente humana sobre la libertad, la responsabilidad y la dignidad en tiempos de sumisión forzada.

El P. Alberto, parte de una historia profundamente humana —el regreso de una mujer a la fe tras cuarenta años de alejamiento— para reflexionar sobre los procesos personales y sociales que llevan a la transformación. Con sensibilidad y claridad, el autor invita a mirar más allá de los deseos legítimos de libertad, justicia y cambio político en Cuba, para preguntarse si como pueblo se está haciendo realmente el camino necesario hacia esos anhelos. A través de la idea del “proceso”, Reyes llama a cultivar la verdad, el respeto, la solidaridad, el perdón y el compromiso como claves para forjar una sociedad nueva. Una meditación que enlaza lo espiritual con lo cívico, y que recuerda que ningún cambio —ni interior ni social— ocurre sin participación y valentía.

El P. Alberto reflexiona sobre la cruda realidad de la pobreza estructural en Cuba, tomando como punto de partida una experiencia personal vivida en una peregrinación. A través de relatos concretos, denuncia una espiral de miseria que se ha profundizado con el paso del tiempo, afectando tanto a los más vulnerables como a quienes se creían protegidos. Desde el hambre y la desprotección de comunidades olvidadas, hasta el impago de trabajadores y la imposibilidad de acceder al propio dinero en los bancos, el autor pone en evidencia una nación en bancarrota. Esta meditación es también una crítica a las promesas incumplidas del sistema socialista y una llamada urgente a replantear el papel de la libertad individual y la economía ciudadana como caminos hacia la dignidad y la recuperación.

El P. Alberto reflexiona sobre el valor de la continuidad y la discontinuidad en la historia de los pueblos. A través de un análisis profundo del devenir cubano desde 1959, el autor cuestiona las decisiones políticas que, bajo el pretexto de un proceso revolucionario, eliminaron derechos fundamentales y estructuras que sostenían la salud democrática de la sociedad. Al mismo tiempo, denuncia la continuidad de prácticas nocivas como el control absoluto del poder, la represión, la ineficacia económica y la mentira institucionalizada. Este episodio es una invitación a escuchar lo que dice la vida real, y a repensar con honestidad lo que debe continuar y lo que urge dejar atrás.

El P. Alberto reflexiona sobre las similitudes y diferencias entre la Cuba actual y la época final del régimen de Batista. Con una mirada crítica, señala cómo el hartazgo social, el rechazo al gobierno y el deseo de cambio atraviesan hoy a toda la nación. Inspirado por el valiente testimonio de Sor Nadieska Almeida, religiosa de las Hijas de la Caridad, Reyes amplifica una denuncia clara y detallada de la crisis humanitaria que vive el país: hambre, represión, miseria, censura, y pérdida de dignidad. Este episodio es un llamado a despertar, a no ignorar el sufrimiento cotidiano y a gritar colectivamente: “¡Basta ya!”.

El P. Alberto reflexiona sobre los momentos de oscuridad colectiva y personal, cuando la desesperanza y el silencio de Dios parecen dominarlo todo. A través de una mirada profundamente espiritual, evoca la fidelidad de Dios como punto de referencia inamovible en medio del sufrimiento. Con referencias bíblicas y una voz pastoral, Reyes recuerda que, aunque el mal parezca triunfar, la historia enseña que siempre llega la luz. Este episodio es una invitación a sostener la fe, incluso —y especialmente— cuando todo parece perdido.

El P. Alberto traza una contundente analogía entre la Cuba actual y un campo de concentración. A través de esta comparación, describe una realidad marcada por el confinamiento simbólico, la represión, la precariedad y, sobre todo, la pérdida de esperanza. Sin embargo, lejos de resignarse, Reyes propone una forma de resistencia basada en la dignidad humana, la bondad del corazón y la solidaridad cotidiana. Invita a no dejar que la noche entre en el alma, y a cultivar una esperanza activa que mantenga viva la posibilidad de una Cuba libre y renovada.

El P. Alberto recurre a una mordaz metáfora —el tren hacia el comunismo— para ilustrar la profunda crisis cubana actual. A través de la imagen de un pueblo que lo sacrifica todo en nombre de una promesa nunca cumplida, expone cómo el país ha llegado a la “opción cero”: sin recursos, sin seguridad, sin rumbo. Denuncia el discurso desconectado del poder, la culpabilización constante al pueblo y el uso sistemático de la esperanza como combustible de un sistema agotado. Con lucidez crítica y firmeza ética, plantea una pregunta urgente: ¿Cuándo surgirá una voz digna que reconozca la verdad y abra camino al cambio?