surgen las ideas más surrealistas, innovadoras y vanguardistas de la música

contemporánea es un antiguo depósito de fuel ubicado en Santa Cruz de Tenerife. Así

lleva siendo desde hace más de una década, cuando aquel antiguo depósito se

convertiría en el Espacio Cultural El Tanque, un sitio por donde se realizan

múltiples actividades y por el que han pasado decenas de miles de asistentes; pero

con un evento que es, realmente, la centralita de la experimentación sonora: el

Keroxen.

Además de ser un festival y un sello discográfico que ya

ha publicado referencias de artistas como Za!, Gaf & The Love Supreme

Arkestra, Usted o Monocroma, entre otros, también es un sitio donde suceden

cosas completamente diferentes. El día que Iker Jiménez se entere de la música que

se cuece en Keroxen, dedicará varios programas especiales. Lo cierto es que, de

momento, la plataforma sigue siendo un semillero de locuras preciosas. La

última de ellas, protagonizada por Los Pirañas.

El supergrupo colombiano que integran Eblis Álvarez,

Pedro Ojeda y Mario Galeano, artífices de otros proyectos como Meridian

Brothers, Romperayo, Frente Cumbiero u Ondatrópicas, entre otros, aprovechó su

travesía hasta Tenerife no solo para actuar en el festival, por el que pasaron

hace un par de años, sino también para grabar un recopilatorio singular,

junto a la Tenerife Brass Section, que aporta ese imaginario jazz a un conglomerado

de piezas instrumentales que basculan entre la psicodelia más ciclotímica y los

ritmos tropicales más envenenados.

Con un repertorio bastante equilibrado que recoge

canciones de sus últimos tres álbumes, Los Pirañas componen la banda sonora

de un sideral viaje de ácido por el Caribe, pero ahora también con guiños tanto

a los clubes de jazz de la Ley Seca como a las charangas de pueblo. Como si

Charles Mingus y Frank Zappa hubieran formado un grupo junto a Diómedes Díaz en

un centro psiquiátrico.

Alan Queipo.