El ducado fue la moneda de oro más prolífica de todo el siglo XV y de la primera mitad del XVI debido a la supremacía comercial mediterránea de la República de Venecia desde finales del siglo XIV. La pureza intrínseca del ducado, de 23 ¾ quilates (98,96%), y un peso de 3,5 gramos, se mantuvieron estables, generando confianza en la moneda veneciana. Esto provocó que otros estados del Mediterráneo adoptaran su metrología y pureza, como ya había ocurrido en siglos anteriores con monedas como el florín de Florencia, cuya adopción por la Corona de Aragón es de sobra conocida.