El Genesis
Muchos creen que El Génesis se procesó hace unos cuantos millones de años, y eso no es así; El Génesis es para vivirlo en Alquimia Sexual. El alquimista tiene que trabajar dentro de sí mismo con las mismas leyes que Dios usó para crear el Universo. Así pues, El Génesis pertenece al trabajo con uno mismo, aquí y ahora.
El Primer Día
Se dice, por ejemplo, que “Dios Creó los Cielos y la Tierra”. ¿A qué Tierra se refiere El Génesis? Pues a nuestra Tierra Filosofal, al cuerpo físico del alquimista o “Tierra Elemental” de los Sabios.
Y la Tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.
Genesis 1-2
Ése es el primer día de toda la creación, en que tiene uno que bajar a los mundos infiernos para trabajar. El principio de nuestro Caos Espermático está en tinieblas; esta Tierra Filosofal, el cuerpo humano o sistema sexual, está en desorden completo. Sin embargo, el Espíritu de Dios se mueve sobre las aguas espermáticas del primer instante.
Y dijo Dios: Sea la luz: y fue la luz. Y vio Dios que la luz era buena: y apartó Dios la luz de las tinieblas. Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche: y fue la tarde y la mañana un día.
(Gn. 1:3-5).
Ése es el primer trabajo que uno tiene que hacer en la Alquimia: separar la luz de las tinieblas, arrancarle la luz a las tinieblas. Entonces tiene uno que bajar al abismo (hacer la luz es muy difícil, pero no imposible).
Y dijo Dios: Haya expansión en medio de las aguas y separe las aguas de las aguas.
(Gn. 1:6).
Eso es claro: hay que separar las aguas superiores de las aguas inferiores. He allí lo que se llama “preparar el Mercurio de los Sabios”, el Mercurio de la Filosofía Secreta, pues bien sabemos nosotros que el Mercurio es el Alma metálica del Esperma Sagrado. El agua superior hay que separarla del agua inferior.