En ocasiones, todos enfrentamos situaciones que nos provocan angustia y tristeza. Estos sentimientos pueden paralizarnos y hacer que nos enfoquemos únicamente en nuestro sufrimiento. Pero debemos recordar que hay un mundo a nuestro alrededor que también sufre. Muchas personas experimentan pérdidas irreparables en su salud, relaciones, finanzas y más. No podemos permitir que nuestra angustia nos ciegue y nos aleje de cumplir el propósito para el cual Dios nos ha creado.