Un saludo de nuevo para todos los oyentes de este espacio y muchas gracias por estar aquí con nosotros.
Hoy en la asignatura de Pedagogía aplicada al aula de música hemos decidido trabajar la importancia del ritmo en la construcción y puesta en práctica de las actividades de una clase.
Pero en este caso concreto ¿qué es lo que entendemos por ritmo? Entendemos por ritmo las relaciones que establecemos entre el tiempo y la dinámica con la que transcurre cada actividad, así como el espacio que ocupa dentro de la sesión.
Ya en 1974 Paul Fraisse, psicólogo francés, nos sacudía con la afirmación de que el ritmo es una organización de las relaciones de duración realizada por quien la escucha, según su maduración perceptiva y su cultura. Y esa idea es realmente importante porque, aunque podamos medir objetivamente la duración de nuestras actividades, y la energía empleada o sugerida, nuestra idea siempre será percibida por el estudiante de forma personal y única. Por ello la observación hacia el alumnado es imprescindible; seguro que tenéis aquellas típicas libretas donde anotáis secuencias de actividades que planeáis hacer pero que finalmente se modifican o que pocas veces llegáis a cumplir.
Así pues, abandonamos aquel territorio de absolutos que tanto gusta a los críticos musicales, en el que se afirma que algo tiene o no tiene ritmo, que una historia pierde interés, o que a determinada propuesta musical le falta fuerza, sus percepciones son subjetivas, sin embargo, por favor… deseamos que su profesión dure mucho tiempo y no nos tengan en cuenta esta pequeña crítica.
¿En qué podemos pensar al ritmar una clase?: la duración de las actividades, -a veces es importante detenerlas, no repetirlas y dejar que resuenen para otro día retomarlas, hayan salido bien o mal-, la variedad interpretativa: cantamos, nos movemos, escuchamos, tocamos… los espacios físicos que ocupamos: cantamos cerca del docente y de su instrumento, danzamos por toda la clase o por el contrario observamos y escuchamos en un rincón, creando una atmósfera más íntima, instrumentos de pequeña percusión. La distribución también es importante si nos encontramos en una actividad grupal y, por último, que sonoridades estamos creando en el aula y…. que emociones estamos provocando.
Fraisse también nos explica que “las diferencias entre los elementos parecidos disminuyen o se suprimen por asimilación y las diferencias notables se exageran con lo que se suprime cualquier equívoco”. Es decir, aprendemos por contrastes y estos serán muy notables en la etapa infantil y se reducirán a medida que vayamos creciendo. Esta idea la podremos aplicar a la enseñanza de los saberes, pero también al ritmo que adquiere la sucesión de nuestras actividades.
Hoy vamos a poner un ejemplo en el que las propuestas educativas se suceden, pero guardando un tema común: la presentación, interpretación y aprendizaje de la escala pentatónica. Secuenciaremos la sesión jugando con pequeños contrastes sobre los elementos que hemos comentado hasta ahora.
Músicas:
“La luna pasea”. Melodía interpretada por Eugenia Arús
“Thank Good I’m a Country Boy” de John Martin Sommers. Interpretada por el grupo vocal Home Free
“Lazy” de Ritchie Blackmore, Ian Gilla, Roger Glover, Jon Lord y Ian Paice. En la versión interpretada por el grupo Deep Purple en el álbum “Made in Japan”.
“Laideroneette, emperatriz de las pagodas” de Maurice Ravel. Tercera pieza de la suite “Ma mère l’oye”.