Como en la obra de teatro El Fantasma de la pera, la hipocresa esconde su cara desfigurada debajo de una mscara, procurando ocultar su verdadera fealdad. Sin embargo, a pesar de lo horrenda que es, la hipocresa es adictiva: mientras ms se usa la mscara, ms nos acostumbramos a que sea nuestra apariencia. Ningn pecado es denunciado ms fuertemente en todas las Escrituras que la hipocresa; Jess mismo reserv Sus reprimendas ms rigurosas para la hipocresa, y, sin embargo, ningn pecado se practica ms universalmente.
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