Sección del programa de Rpa "La radio es mía" que demuestra que la modernidad es algo que viene de antiguo. Emisión del 3/1/2022, duodécima de la séptima temporada y tercera dedicada al pionero de la ópera romántica, el cantante y compositor sevillano Manuel del Pópolo Vicente García y a la saga artístico familiar que fundó y dominó el bel canto durante todo el siglo XIX.

La semana pasada le dejamos en Nápoles a donde fue en 1812 a aprender la técnica del bel canto de Giovanni Anzoni. Hoy comenzamos con el accidentado estreno de El barbero de Sevilla de su amigo Rossini, García fue el conde Almaviva aquella noche y otra gran cantidad de ellas. De hecho, Rossini escribió el papel para él. Un cantante cayó al foso de la orquesta, un músico rompió una cuerda y un gato se subió de espontáneo al escenario. El público abucheó desde antes de que comenzara. Muchos eran seguidores de Paisello, el gran rival de Rossini e iban a montar la bronca. ¡Vaya si lo lograron!

En 18016, García volvió a París y combinó las obras de su autoría con la difusión de las óperas de Rossini e incluso las de Mozart, porque, no olvidemos, nuestro moderno fue el gran valedor del compositor de Saltzburgo entre los románticos. Ejercía de compositor italiano y francés, de cantante italiano y español, de promotor de espectáculos, de guitarrista y de maestro de canto. Unas veces en Londres y otras en París.

En 1825, Europa se le quedó pequeña y se fue a llevar la ópera a América. Dirigió el Park Theatre de Nueva York y llevó a cabo, con una compañía que incluía a toda su familia mayor de cinco años, las primeras producciones profesionales de ópera que se llevaron a cabo en el nuevo mundo. Entre éxitos, en Nueva York vivió uno de sus momentos más amargos, su hija María Felicitas, la que luego sería la mítica María Malibrán a la que él mismo había dotado de una técnica perfecta a base de los métodos más chungos –la letra, incluso la cantada, con sangre entra– decidió abandonar la compañía y casarse con Eugene Malibran, un banquero francés en vísperas de arruinarse que le doblaba en edad. Es posible que el único interés que la diva tuvo en el banquero fuera liberarse del opresivo yugo de su padre.

Sin la Malibrán, García decidió llevarse la ópera a México que apenas hacía unos años que se había independizado de España. Pero de eso, de sus últimos años y de la historia de la Malibrán, hablaremos el próximo lunes.