Recuerdo una de las ultimas veces que hablé con mi chico, fue de los momentos más lindos que tuvimos, hablamos de varias cosas y entre conversaciones el me ofreció algo que en principio no entendí, pero luego de explicarme fue más claro, cuando lo entendí me asombró y al mismo tiempo me estalló la cabeza y llenó de ansiedad porque aunque era increíble no tenia idea de como actuar, ni de que manera responder ante ello, recuerdo que al día siguiente en mi meditación de antes de las 5 de la mañana le conté a Dios lo que mi chico me ofreció y horas mas tarde le conté a Pili, les comentaba las ganas que tenia de recibir el beneficio y corresponderle, no tanto por el querer aprovechar, sino porque ese ofrecimiento hace parte de sus lenguajes del amor y lo que yo más quería era corresponder a su manera de amar. Mi chico me ofreció su ayuda y que si yo necesitaba algo que no dudara en pedírsela porque él quería hacerlo.
Luego de hablar con Dios y Pili, le hice una carta en mi idioma donde fui demasiado vulnerable y le expliqué que, si quería, pero que no sabía como y que si necesitaba ayuda en algo era en aprender a pedirla.