La costumbre puede convertirse en una prisión espiritual cuando nos acostumbramos a situaciones que Dios nunca quiso que fueran permanentes. La historia del paralítico en Hechos 3 ilustra perfectamente esta verdad. Durante 40 años, este hombre había vivido la misma rutina: ser llevado cada día a la puerta del templo llamada La Hermosa para pedir limosna. Su realidad gritaba que nada cambiaría, pero Dios tenía otros planes.Cuando Pedro y Juan subían al templo por costumbre para la oración, algo extraordinario sucedió. Aunque se veían como hombres ordinarios, por dentro cargaban el poder del Espíritu Santo. El milagro se desarrolló en tres pasos cruciales: primero, Pedro le dijo míranos, exigiendo enfoque total; segundo, levántate, indicando una nueva postura; y tercero, anda, requiriendo fe activa. Cada paso representaba una ruptura con la costumbre y un movimiento hacia lo sobrenatural.El resultado fue transformador: el paralítico no solo fue sanado, sino que pasó de estar afuera del templo a entrar al interior, participando plenamente en la presencia de Dios. Esta historia nos recuerda que Dios es experto en cambiar panoramas imposibles - matrimonios, enfermedades, situaciones financieras, relaciones familiares. Su de repente puede llegar en cualquier momento para interrumpir nuestra rutina con poder sobrenatural, pero requiere que dejemos de acostumbrarnos y mantengamos la expectativa de Su intervención divina.