El mandato general, que Dios le da a la mujer es el de sujetarse a su marido, como vimos, según Pedro, esa sujeción implica tener una vida casta, santa, que está más preocupada de cultivar las virtudes de su corazón que de su belleza externa (aunque ciertamente, no debe descuidarla en amor para su marido). En esta oportunidad hablaremos del respeto que las esposas le deben a sus maridos y como este es fundamental para potenciar a su esposo.