La leyenda está enfocada en la avaricia y la codicia, ya que en pleno día o de madrugada, se escucha a una carreta transitar frente a la vivienda de una persona ligada, intrínsecamente, con alguna de estas características. El propósito es que cambien su forma de pensar.
La carreta está pintada de muchos colores y, según cuenta la historia, quien la ve muere a los ocho días de observar su aparición.
El episodio se remonta al antiguo San José, donde habitaba gente sencilla y creyencera. Allí, una bruja estaba enamorada del más valiente y apuesto de los muchachos del pueblo, quien la despreciaba puesto que era cristiano.
No obstante, la bruja obcecada logró conquistar al joven por medio de mentiras, incluso al punto de vivir muchos años a su lado, y transformándolo en un ser similar a ella.
Los familiares del muchacho no aprobaban dicha unión, al igual que tampoco contaban con la bendición del cura del pueblo, que cada tanto aprovechaba el espacio de sus prédicas para denunciar el acontecimiento.
Así transcurrieron los años, y la víctima ya mayor, tuvo una enfermedad incurable. Por tal motivo, le solicitó a la bruja que cuando falleciera, los santos oficios se realizarán en el templo de la zona. Sin embargo, el sacerdote no lo autorizó.
Una vez que murió su amado, la bruja preparó los bueyes y la carreta, además puso la caja con el cuerpo muerto, cogió su escoba, su machete y se dirigió a la iglesia.
El cura detuvo la carreta una vez que ésta se encontraba en las puertas del templo, pero la bruja no obedeció y más bien blasfemaba contra lo sagrado. A raíz de esto, en la actualidad se presume que la hechicera, la carreta y el muerto vagan por el mundo.