Por intercesión de San Pedro, ilumine [Dios] sus corazones con la fe ortodoxa, los vuelva firmes frente a todos los herejes o enemigos de nuestra iglesia. Dé fuerzas sobre todo al pastor que ahora la gobierna. Sin ceder en ningún punto, por mínimo que sea, ni capitular en ningún aspecto, aunque fuera de secundario, conserven íntegra la fe profesada por escrito ante Dios y los ángeles santos, y por ello mismo puedan recibir con mi pobre persona la corona de la justicia y de la fidelidad de las manos de Jesucristo, Señor y Salvador nuestro. (Carta 17, Martín I)