Los momentos en los que nos sentimos, culpables, atemorizados, adoloridos, abandonados, frustrados, engañados, en fin, vulnerables debido a que hemos sufrido una perdida, siempre van a representar una oportunidad de poner en práctica las herramientas que hemos adquirido a lo largo de la vida con la intención de superarlos y hacerlos parte de nosotros, sin que nos marquen profundamente.