Lo que tenemos aquí es como si Pablo se hubiera tomado una selfie al final de la carta con estos nueve hombres detrás de él. Es un equipo de trabajo; es un grupo de personas que han estado con él, que le han ayudado, que le han acompañado a lo largo de su ministerio y por medio del cual Dios ha bendecido a la iglesia del primer siglo. Son personas indispensables para el ministerio de Dios, y un recordatorio que nos necesitamos los unos a los otros.