En “Nunca se vuelve más fácil” reflexiono sobre cómo los desafíos de la vida —ya sea en la medicina, en la investigación o en lo personal— nunca desaparecen, solo aprendemos a enfrentarlos mejor. Hablo de que siempre será tu primera vez haciendo algo para lo que no te sentirás listo, y de cómo estar listo no es un sentimiento, sino una decisión.
Comparto la historia de mi mamá, una mujer trabajadora que me enseñó que la fe también se demuestra con esfuerzo, y que a veces Dios no calma la tormenta, sino que fortalece al navegante.
Recuerdo también cuando aprendí a andar en patineta: me caí una y otra vez, pero con cada intento me levantaba con más equilibrio. Así es la vida —no se vuelve más fácil, solo tú te vuelves mejor.