En 1565, España fue el primer país del mundo en conseguir una hazaña que no había conseguido nadie hasta entonces. Ir a Filipinas por el Pacífico era relativamente fácil, pero volver era un infierno. No había otra opción que darle prácticamente la vuelta al mundo volviendo por toda Asia y el cuerno de Africa. Era un retorno casi suicida donde se perdían barcos y personas por lo largo y peligroso del viaje.
Y fue un marino, metido a fraile, quien por encargo de Felipe II descubrió una corriente desconocida hasta entonces que llevaba a las naves desde Filipinas hasta Méjico, entonces la nueva España.
Fue una ruta secreta que se mantuvo casi 300 años sin que los enemigos de la navegación española, ingleses, holandeses y portugueses pudieran descubrirla.
El periodista Carlos Pérez Ariza narra en su libro “Andrés de Urdaneta en su tornaviaje”, esta peripecia que marcó un hito en nuestra historia imperial.