Quizás este sea uno de los mensajes más difíciles de predicar. En un tiempo como este hay muchas emociones encontradas y es fácil irnos a un extremo o al otro. Podemos predicar solamente consolación dada las circunstancias del momento y eso sería apropiado. Pero de hacerlo así, dejaríamos fuera algunas verdades de cómo Dios ha usado tiempos como estos en el pasado para obrar Su plan de salvación a mayor escala. Por otro lado, podemos enfocarnos en como Dios supo traer calamidades en ocasiones a Su propio pueblo en momentos de rebeldía para santificarlo y volverlo a Su camino. Hoy nos encontramos ante un enemigo microscópico que ha puesto al mundo con la cabeza hacia abajo… y pensar que apenas estamos al inicio de la pandemia, la cual tendrá grandes efectos económicos. Pero ese no es el caso; Dios siempre ha permitido dificultades para llamar al incrédulo a un encuentro con Él o para disciplinar y limpiar a Su pueblo. Si nos dedicamos a predicar solamente consolación en un tiempo como este, posiblemente estemos dejando a un lado, una de las oportunidades más importantes para llamar al pueblo de Dios a la reflexión y al arrepentimiento y para animar a ese mismo pueblo a que use este tiempo para compartir las buenas nuevas de salvación.