¿Os acordáis del Grupo El Renacimiento? Mítico grupo de
la salsa underground colombiana de los años ’70, que exploraba las fronteras
entre el soul y la música latina, y que se convirtió en un grupo de culto entre
la juventud bogotana de hace cinco décadas hasta que la droga los llevó a una
espirar de autodestrucción que derivó en el olvido más sangrante; además de
formar parte de la escudería de Ansonia Records, icónico sello que desde
finales de los años ’40 hasta 1990 publicó algunos de los álbumes fundamentales
de la salsa y la música latina, haciendo las veces de contrapunto de la
expansión comercial de la factoría de la Fania.
¿No os acordáis? Normal. Esa historia nunca existió. O
sí, bueno: en la imaginación del combo bogotano Meridian Brothers, que se
inventan a esos Spinal Tap salseros para componer esta suerte de ejercicio de pasado
futurista: el de un simulacro de tributo a la música espiritual progresiva latinoamericana
de los años ’70 (la de grupos como Los Jaivas, La Columna de
Fuego, Vox Dei, Arco Iris), a la vez que es una deconstrucción de la salsa de
ayer, hoy y mañana.
Con momentos en los que parece que hacen ojitos al Rubén
Blades más elemental y otros en los que entran en una vorágine de salsa
mecánica de serie b (“Descarga profética”), imitando la voz de Los Hermanos
Lebrón por la vía del ordenador, casi recordando al Germán Coppini de los
Golpes Bajos de “Fiesta de los maniquíes” para jugar a la astrología cristiana
por la vía del rock progresivo más salsero (“hermano del futuro, vengo buscando
iluminación”, cantan en “Metamorfosis”), cuando suenan espectacularmente retro,
como una sinfonía de salsa beat (“Bomba Atómica”) o poniéndose antirrománticos
(“La mujer sin corazón”), los colombianos nos sumen en una película de
ficción retrofuturista al mejor estilo “Blade Runner”.
Meridian Brothers demuestran que no necesitan el
metaverso para dar vidas a mundos imaginados: ellos son todas las dimensiones
musicales que existen, y unas cuantas más.
Alan Queipo