En tiempos de escasez, desesperanza y frontera, Dios sigue obrando. En 1 Reyes 17:8-16 encontramos a una viuda extranjera, sin recursos, al borde de la muerte… y a un profeta obediente, enviado por Dios más allá de los límites de Israel. Lo que parecía el final, se convirtió en el escenario de un milagro diario. Un puñado de harina y un poco de aceite bastaron para sostener la vida de una familia entera. Hoy hablaremos de cómo Dios no está limitado por geografía, nacionalidad ni condición social. Su provisión es real, fiel y muchas veces inesperada. Porque cuando confiamos en Su palabra, los milagros cruzan cualquier frontera.