Una pequeña joya al bajar la colina. Un paisaje urbano en el que todo detalle merece la pena: cada casa, cada calle, cada iglesia, cada puesto de frutas. Y dominando el escenario, la iglesia de San Miguel Arcángel, rosada e impetuosa. Con lo que uno, distraído, casi no se percata de un penal modelo en el que unos felices reclusos van a recibir a unas pasajeras de nuestro autobús.