¿Qué artista debería ser Nicki Nicole? Supongo que es la
pregunta natural que se han hecho en su equipo, y que ella misma se llevará
haciendo desde que expansión global se elevó como un globo sonda tras su
colaboración con Bizarrap en 2019. No se recuerda un momento de mayor
concentración de artistas argentinos en los charts globales, con nombres como
los de Duki, Bizarrap, María Becerra, TINI, KHEA, Lit Killah, L-Gante, Nathye
Peluso, Trueno o Tiago PZK, por mencionar solo algunos y algunas, capitaneando
el nuevo pop en castellano.
Entre todos ellos, Nicki Nicole es una de las
candidatas a hacerse con un peculiar trono. Ese que pilla seguidores de la
facción urbana más ortodoxa, pero que parte de una base r&b y de pop 90s
que recuerda a Christina Aguilera (con quien acaba de colaborar), Aaliyah,
Sugababes, Janet Jackson o las Destiny’s Child.
Y es precisamente en ese registro en donde la personalidad
de Nicki Nicole recoge su mejor registro y, de algún modo, se distancia del
veneno del reggaetón global al que parecen estar exigidos todos los artistas
del nuevo pop, especialmente si son latinoamericanos. Hay momentos en los
que las garras de la industria no le permiten escapar de ello (como en “Sabe”,
junto a Rauw Alejandro o “Toa la vida” junto a Mora) pero, por lo general, la
argentina sí consigue armar un repertorio que, aunque no todo lo sólido que
debería ser un álbum que podría haberse visto como fundamental, sí deja algunas
de las mejores perlas del pop negro en español de los últimos años.
Especialmente cuando parece trasladarnos a las producciones
de finales de los ’90, con ecos que van desde las producciones de la factoría
sueca a las boy bands o a Britney Spears, pero también a registros que nos
pueden recordar al Diddy productor. Me refiero a temazos como “Darling”, “Baby”,
“Mala vida” o “Me has dejado” o incluso cuando se acerca a medios tiempos con
ecos a D’Angelo o Christina Aguilera como “Si vos me lo pedís”, “Parte de mí”
(su propio “Beautiful”) o “Dangerous” o cuando se descarga a tientas entre el trap
y el neosoul que la dio a conocer en canciones como las explosivas “Tengo to” o
”Colocao”.
Un álbum que debería situar a Nicki Nicole como una de
esas reinas del revival pop 90s pero asimilado por una artista nacida en el
siglo XXI; y no como una artista más en la insondable bolsa del “movimiento
urbano”.
Alan Queipo.