Se nos va de ojo que la libertad de expresión es un derecho inalienable, sin duda, salvo cuando se agrede verbalmente con insultos, vejaciones o se incita a la violencia contra otras personas o colectivos.
Al amparo de este derecho incluso seres vacuos mentalmente y sin ningún valor artístico, pueden lanzar al mundo mensajes nauseabundos que sojuzgan y cosifican a la mujer u otros colectivos. Pero por el hecho de que puedan tener muchos seguidores, eso no mejora su cualidad ni justifica que ese mensaje venenoso, se difunda y propague con dinero público a través de instituciones y medios que pagamos con nuestros impuestos.
No se trata por tanto de un problema de censura y si de incapacidad, de falta de criterio y de desconocimiento por parte de los administradores públicos, que incluyen a estos provocadores de la nada en sus programas de fiestas y actividades culturales. Olvidan así que el dinero público está para hacer el bien público, y no para difundir mensajes que degradan a seres humanos. ¡Que no se te vaya de ojo!