En este episodio, escrito para el Día de Muertos, reflexiono sobre las máscaras con las que vivimos y cómo ninguna de ellas sirve para morir. Hablo de la fragilidad humana frente a la muerte, de la ilusión del control, de los miedos y del momento en que solo queda entrar con el rostro desnudo de lo que somos. Entre poesía y pensamiento, contemplo la finitud como un espejo que revela lo esencial: lo que queda cuando cesa la voz, la danza y el nombre.