Los seguidores de Jesús viven una de las etapas históricas de mayor persecución tanto en países donde no hay libertad religiosa como en nuestras propias fronteras, claro que, de otra manera. La cada vez más creciente ola de cristianofobia, desde violaciones, decapitaciones, crucifixiones, azotes físicos, meterlos en prisión por ser cristianos.

Es necesario que hablemos de estos temas, por muchas razones, pero las más importante es que ellos son nuestros hermanos, somos un cuerpo, y nos debemos doler con él.