La vocación de todo profeta es anunciar y denunciar con la Palabra de Dios en su corazón, la cual lo impulsa a ser testigo con su vida en medio de una realidad muchas veces contraria a la voluntad de Dios, y por ello, será rechazado y eliminado. El evangelio nos proclama el testimonio radical de Juan Bautista que nos enseña a no pactar con las realidades contrarias a la verdad y a la justicia, aunque ello ponga en riesgo nuestras vidas, porque sabemos que Dios está con nosotros. ¡Se-ñor, danos la gracia de vivir con profecía en nuestras palabras y actos!