Nuestro encuentro fue así, cómo cuando una ola toca el cielo.

No es algo común, pero sucede que el cielo está bajo y viene a tocar la ola o que la ola se siente tan

atraída por el cielo que busca tocarlo y se pierde un poco con ese contacto.

¿O son los dos que se pierden un poco en el proceso?

La ola va tocando el cielo durante su camino, perdiéndose un poco y ganando la gloria. No deja de

andar, ni deja de ser ola, pero su cresta se funciona con el cielo y eso le muestra que ella también puede

ser cielo, aunque en ese momento no lo está siendo. Eso le muestra otras perspectivas, otros ángulos,

otras formas, que ella, como ola, no podía ver. La ola sigue su camino, a veces descansando y

perdiéndose completamente en el océano o busca una roca o una playa donde fusionarse con algo más.

El cielo siendo cielo, parece verlo todo, conocerlo todo. Conoce el agua, ayuda a producirla, pero su

fusión con la ola es algo distinto. Algo que no pasa todos los días.

Normalmente mantienen su distancia. Uno arriba y uno abajo. A veces viéndose, a veces admirándose, a

veces están tan ocupados que olvidan que el otro existe. Pero hay momentos que surge ese deseo y el

mundo se transforma para que esto pueda suceder.

El momento en que la ola busca al cielo o el cielo busca la ola y se pierden por un instante, por un

periodo del camino. Un momento mágico donde se acompañan y fusionan parte de su camino para así

sentir algo grandioso, algo casi imposible, que solo juntos pueden compartir.

Nuestro encuentro fue así.